Esperaba poder escribir días atrás, anhelando que las palabras purgaran mi mente... Pero no siempre son bondadosas, salieron a dar un paseo y se olvidaron de que las necesitaba para jugar, para parafrasear, para expresar... Cuando el deseo es grande, no cabe en tu pecho... Miras hacia el costado, recorres toda la casa y no están aquellas manos que comenzarían acariciando el cabello, los brazos y levemente la espalda... sintiendo el calor del roce piel a piel... suspirando gotas de deseo... imaginando aquella mirada azucarada que encripta el mensaje que los labios no se atreven a decir... El sentido se va perdiendo en las emociones que suscitan tras un simple recuerdo...
La censura es sólo utopía no deseable... El sentir sin despertar, la ley primera... Las cartas ya están echadas... El juego, sólo queda por jugar y el miedo va volando por la ventana... La prevención de cualquier acto indebido ya no existe, simplemente se esfumó...
Cuán fuerte es el efecto de la alucinación... Qué detestable son tus manos acariciando sin piedad... Cuánta debilidad a tus pies, tal, que mi rostro no es capaz de disimular y entre tus brazos me envuelvo... Se desestima la razón, aumenta el sabor, se desinhiben los instintos... Las pulsiones gobiernan... Admito haber perdido la guerra...
Mis manos recorren el mismo camino que solían hacer las tuyas... y las emociones son casi idénticas... El suspiro se torna incontrolable... Mi mirada mira el infinito y en ese infinito te encuentro... Tu voz excita mis sentidos... Y el coma invade el corazón que tan agitado yacía... La razón regresa y mi cuerpo cansado desparramado sobre la alfombra... ¡Qué cruel puede ser la razón y cuán bella puede resultar la imaginación! No hay prohibición, no hay límite que valga...
Romina Oronel (emilseoro@hotmail.com).
