viernes, 27 de noviembre de 2009

Coquetería


Coquetear, Flirtear, galantear, ligar, piropear, engatusar, cortejar, seducir.

Lograste convencerme de que el amor y la sexualidad son cosas bien diferentes. O sea, siempre creí eso, pero no en el contexto de una pareja.
Al principio no quise entenderlo, no era capaz de comprender la levedad y la divertida intrascendencia del amor físico.

Pero siempre hay “peros”.

Pero cuando lo intentamos, conocimos el peso de la traición diaria, el caos, la oscuridad de la mentira, la luz cegadora de las infinitas posibilidades sexuales. Y no supimos qué hacer, éramos niños jugando a ser dioses, conocimos el noterespetomás de andar pensando en terceros, en cuartos, en quintos. Luego, del dicho al hecho.
Comenzamos a vivir en una larga coquetería, esa eterna promesa de coito sin garantías, como dice Milan.
No conociendo otra forma de vivir que no sea con intensidad, la vida diaria, los símbolos, los horarios y los proyectos se nos transformaron en Monotonía.
Al parecer escapamos de eso. No sin resistirme.
Hay detalles enormes que completarían este relato, pero ahora tengo ganas de hablar de esto.

El reloj siguió girando, nos miraba desde arriba, en su imperturbable transitar. Luego de separados, la palabra coquetería perdió su significado. ¿Qué cambió? Ahora aquella eterna promesa de coito tenía garantías.
Esas personas, que juramos que no nos gustaban, conocieron nuestros cuerpos, nuestros sonidos y destrezas, nuestros “ayes” y “tocáme ahí”.
Algunas siguen aquí, otras se llevaron, de souvenir para sus estanterías, el recuerdo de nuestro cuerpo.

Cabe una posibilidad que no contemplé hasta hace poco.
Quizá la coquetería no cambió, sino que no había nadie mas a mano y todos estaban dispuestos, ansiosos y sonrientes. Quizá no fue un “ahora que estoy en pareja guardaré estas posibilidades para cuando esté sola de nuevo”, sino un “estoy sola, no quiero estarlo, quiero escapar de su recuerdo”, y la única manera de hacerlo fue a través del cuerpo. La mente (el alma) luego puede arrepentirse o no de lo que dejó que su cuerpo haga. Pero el recuerdo está ahí e irremediablemente comparamos.

Y el reloj, atónito, sigue girando.

©Enrique Corchero (De Otro Lugar), 26/11/09.

2 comentarios:

De Otro Lugar dijo...

Javi, gracias por compartir mis ideas en tu blog. ya estaremos mas en contacto, porque el reloj sigue girando. Enrique

Unknown dijo...

Siempre ando buscando buenos contenidos, y este me gustó mucho. Saludos Quique.

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